martes, 15 de febrero de 2011

LA “PICADORA DE CARNE”

Hola a todos

Hace unos días terminé de leerme, creo que por tercera vez, el libro Sin novedad en el frente, del alemán Erich Maria Remarque (1929). La primera vez que accedí a sus páginas fue hace muchos años, cuando aún era un adolescente que fantaseaba con los temas militares. Hoy en día me sigue entusiasmando el tema, lo reconozco, y ya no sólo por el interés que puede generar por sí mismo, sino como historiador y docente que debe explicar a sus alumnos el por qué la Historia de la Humanidad está plagada de un sin fin de conflictos que, al fin y al cabo, nos han ido moldeando hasta el día de hoy.

Portada en inglés de la película
Para los no aficionados a los temas bélicos es muy posible que cuando uno pregunte o curiosee sobre el tema de la obra se eche para atrás. Un libro de guerra, y más aún de la desconocida, para la mayoría, I Guerra Mundial (o mejor la Gran Guerra, como era conocida en su época y como a mí me gusta llamarla), debería de ser, en principio, para “paladares exigentes”. Nada más lejos de la realidad. Es relativamente corto (261 páginas aproximadamente) y fácil de leer, con una prosa amena y para nada rebuscada. Pero me acabo de dar cuenta de que hasta el momento no he dicho nada de él que pueda llegar a encender la curiosidad por su lectura. Esperad un momento a ver si os convenzo.

Erich Maria Remarque
El libro nos cuenta la vida de una pandilla de jóvenes alemanes en plena transición de la adolescencia a la madurez que, iniciada la contienda, marchan alegremente a defender a su país de sus enemigos. El libro ya se inicia con los muchachos en el frente, en una fecha indeterminada y en lugar no reconocible, pero en una circunstancia muy concreta: la tropa tiene hambre y quiere comer su ración. Pero esto es lo de menos. Este inicio sólo va a servirle de excusa al autor para ir desgranando, poco a poco y de manera pormenorizada, incluso a veces con una detallada crudeza, cómo una generación de jóvenes, da igual si alemanes, franceses, británicos o rusos, fue literalmente destrozada en aras de la superioridad de una cultura, de un país o de una bandera. Y lo malo, como queda patente en cada página, no es la pérdida de vidas (que, evidentemente, no deja de ser la peor y más clara consecuencia de un conflicto bélico), sino la pérdida de la humanidad, de los valores consustanciales a cada una de las personas, de los sentimientos (aunque se mantenga, sobre todas las cosas, la camaradería entre los soldados), de los ideales, de las creencias que insuflaron el ardor guerrero que animó a estos jóvenes a salir de la escuela y a alistarse como un solo hombre en el Ejército, y, en definitiva, la pérdida de la esperanza en una vida futura. Todos los protagonistas tenían una vida antes de la guerra, todos deseaban continuar con sus estudios, o seguir cultivando la tierra en sus campos, o tener una familia, o…. Pero después de lo que han vivido ya no queda nada. Compartir la muerte de los camaradas caídos se hace preferible a sobrevivir y volver a ser un civil sin esperanza ni objetivos, incapaz de comprender o ser comprendido por un mundo que sólo ha visto de lejos lo que era la vida en las trincheras, lo que en muchas partes del frente fue conocido por los soldados como “la picadora de carne” (como fue conocida la batalla de Verdún, una de las más largas y sangrientas de toda la contienda).

Soldado alemán en Verdún
Como dice el autor en su dedicatoria, con su libro no pretende acusar a nadie, sino simplemente recordar a esa generación perdida en los campos de batalla de Flandes, del Artois o del Cáucaso. Yo creo que hay un gran mensaje en este libro, y ese es el que intento transmitir a mis alumnos cuando les mando leérselo como parte obligatoria cuando estamos estudiando los temas referentes al principio del s. XX: la guerra es un asunto abominable porque no sólo destroza cuerpos, sino que destroza espíritus, esa cosa intangible que nos hace ser personas humanas. El alegato pacifista que trasciende la obra es tan sublime, las escenas donde el protagonista vuelve a casa de permiso y no soporta estar con su madre porque siente que esa ya no es su vida, que ésta se la han arrebatado definitivamente con ideas y fundamentos engañosos (patria, nación, poder, superioridad cultural,…), es tan sobre cogedora, que no puedo encontrar una forma mejor de expresar lo que fue la Gran Guerra.

Espero que con estas palabras os haya convencido de la idoneidad de su lectura, sobre todo para chavales de 4º ESO en adelante. La discusión sobre la misma os servirá de base para conocer tanto las características del conflicto como los acontecimientos posteriores que desembocarán años después en un nuevo conflicto mundial. Yo, por mi parte, no dejo de recordar, de vez en cuando al menos, la suerte que tengo de no haber tenido que conocer un conflicto bélico, sea cual fuera su envergadura. Tanto para los que se van como para los que se quedan, sobre todo para estos últimos, quedan las heridas que ni la pena ni el tiempo pueden borrar jamás. Sea desde aquí el homenaje y mi más sincero afecto.



P.D.: Como dato decir que en el verano de 2009 falleció el último combatiente de la Gran Guerra que quedaba con vida. Era el británico Harry Patch, que con 111 años abandonó el mundo tras haber sobrevivido, entre otras, a la batalla de Passchendaele (Flandes), una de las más sangrientas para los británicos.

6 comentarios:

  1. Una entrada con mucha fuerza y sensibilidad. Hay libros que todos deberíamos leer, por muy duros que sean. Quizás tomar conciencia del demonio de la guerra, sea el primer paso para acabar con ella.

    Gracias por esta sabia y conmovedora entrada.

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  2. me gusta bastante este peazo del blog ole ole y ole !

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  3. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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  4. Bonito blog, con facilidad para moverse y muy completo! Un Saludo

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  5. ole los buenoss toreros :)un saluditoo

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  6. eseeeeeeeeeeeeee banderiyerooooooooooooooooouuuuuuuuuuuuuuuuu

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Muchas gracias por tu aportación