domingo, 20 de febrero de 2011

LA “SOLUCIÓN FINAL”  (1ª parte)

Hola a todos

La diáspora judía
A lo largo y ancho de la Historia de la humanidad han sucedido matanzas indiscriminadas de personas. Raro es el país donde no se pueda hurgar en su pasado para descubrir tal o cual acontecimiento sangriento del cual, precisamente, no se sientan especialmente orgulloso. Pero hoy no escribo para esto; sería una labor infinita, por otro parte. No, hoy escribo para hablar de genocidio, y más concreto del exterminio sistemático y programado de millones de judíos, gitanos o eslavos desarrollado por los dirigentes de la Alemania nazi durante los años de la II Guerra Mundial. Intentaré hacer un breve repaso del mismo sin interés de suscitar polémica ni malos entendidos, sino como un ejercicio más de comprensión para mis alumnos, y para todos vosotros, lectores que me seguís, de hasta dónde puede llevar la barbarie, la irracionalidad y el sadismo de la raza humana, esa que se enorgullece de llamarse “civilizada” para distinguirse del resto de seres vivos. Es esta una afirmación que me parece demasiado atrevida para mi gusto, al menos viendo según qué cosas los “civilizados” somos capaces de hacer en nombre de una idea, una política o un Dios.

Las legiones romanas saqueando Jerusalén
La persecución de los judíos no se ciñe a los tiempos más contemporáneos. En su azarosa existencia como pueblo, los judíos han vivido innumerables conflictos, han sufrido la esclavitud, la ocupación de su territorio,… La Diáspora, como se ha venido a llamar al exilio del pueblo judío fuera de la Tierra de Israel, se ha producido de manera continua desde la primera gran dispersión a principios del s. VI a.C. debido a la invasión de los babilonios, pasando por la destrucción del segundo Templo de Jerusalén en el año 70 de nuestra era por las legiones de Tito hasta la posterior gran dispersión a partir del año 135 cuando las huestes del emperador Adriano sofocaron a sangre y fuego la rebelión de Bar Kojba, prohibiendo en adelante la religión judía y practicando un exterminio sistemático de la población y de la cultura judía. La huida de la población provocó la formación de pequeños núcleos judíos por todo el imperio y más allá de sus límites.


Edicto de expulsión de los judíos
Durante la Edad Media, las distintas comunidades judías diseminadas por Europa y el Próximo Oriente viven en circunstancias diferentes. La permisividad de los musulmanes hacia otras religiones permite a los judíos dedicarse en libertad a sus actividades artesanales y comerciales a cambio de los cánones obligatorios que como dimmíes (“gentes del Libro”, como eran conocidos en el Islam a cristianos y judíos) debían abonar para ejercer libremente su fe. En cambio, en los reinos cristianos europeos, incluso en los territorios ocupados por los cristianos durante la Primera Cruzada, fundamentalmente, la situación es diferente. Sus actividades económicas generan un latente recelo entre la población cristiana, normalmente empobrecida, y son comunes las persecuciones y asesinatos en determinadas épocas de crisis o carestía, y ello a pesar de que muchos reyes del orbe cristiano protegían a estas comunidades de tales abusos por conveniencia económica, fundamentalmente. Quizás el caso más señalado, y que más de cerca nos afecta, fue el de la comunidad hebraica en los Reinos hispánicos durante el reinado de los Reyes Católicos. Protegidos fundamentalmente por el rey Fernando, las necesidades del último esfuerzo para culminar la Reconquista asaltando el último baluarte granadino del reino nazarí llevan a los Reyes Católicos a cambiar su permisividad inicial por una expulsión forzosa (al menos para los que no se conviertan) gracias al Edicto de Granada de marzo de 1492. La medida es desastrosa en todos los aspectos para los reinos hispánicos, que ven marchar a una de las comunidades más antiguas y de mayor importancia tanto en lo económico como en lo cultural que existía en la península ibérica. Esos judíos españoles, los sefardíes, se dispersaron por la cuenca del Mediterráneo y Francia, conservando el castellano antiguo como su lengua de referencia (hoy día se mantiene en algunos núcleos de población en Israel, por ejemplo)...

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