viernes, 12 de agosto de 2011

La crisis del Antiguo Régimen (2ª parte) 

Hola a todos

En esta segunda entrada nos vamos a centrar en los aspectos ideológicos de esta etapa, fundamentalmente en el significado de la Ilustración y las características generales del movimiento ilustrado, así como los fundamentos del pensamiento político y económico ilustrado.

La Ilustración: definición y características
Podemos definir a la Ilustración como un “movimiento filosófico, literario y científico desarrollado en la Europa del s. XVIII que intentó modernizar la cultura y transformar la sociedad a través del uso de la Razón, único camino para llegar a la verdad y al progreso, y como fin último alcanzar la felicidad”.





El movimiento ilustrado fue minoritario pero muy influyente en su época. Tiene sus orígenes en las ideas renacentistas, en el naturalismo, en el racionalismo y en los grandes avances científicos del s. XVII (Newton, Descartes,…), y socialmente se encuentra vinculado a las nuevas fuerzas sociales emergentes, sobre todo a la burguesía. Sus características generales son las siguientes:

  • Visión crítica de la sociedad estamental.
  • Confianza ilimitada en la razón humana.
  • Búsqueda de la felicidad.
  • Rechazo de la revelación divina, de la tradición, de las costumbres e instituciones tradicionales.
  • Confianza en el progreso de la Humanidad gracias a la educación.

Dentro del movimiento ilustrado hubo una gran heterogeneidad de pensamientos, pero podemos señalar dos corrientes como mayoritarias:

  • La Ilustración deísta se considera como la ideología mayoritaria dentro del movimiento ilustrado. Se caracterizaba por lo siguiente:
- Ataque constante contra la Iglesia católica y la intolerancia que ésta representa, ya que no respeta la diversidad de opinión y pensamiento.

- La religión oficial es sustituida por una religión natural, el Deísmo, basada en la existencia de un “Ser Supremo”, común a todas las religiones e imposible de conocer por el hombre.

  • La Ilustración cristiana se considera como una corriente minoritaria dentro de la Ilustración. Se caracterizaba por lo siguiente:
- No reniega de la tradición, conciliándola con las nuevas teorías sobre la naturaleza del Universo.
- Crítica con ciertas actitudes e instituciones de la Iglesia, así como de las manifestaciones religiosas populares, pero no reniegan de su Fe.
- Defensores de las reformas dentro de la Iglesia.

Pensamiento político ilustrado. La Enciclopedia
Los pensadores políticos ilustrados se van a dedicar, fundamentalmente, a discutir sobre la mejor forma de organizar el Estado y la sociedad del Antiguo Régimen, buscando fórmulas para cambiar dichas estructuras, a las que consideraban totalmente obsoletas. 


Portada de "La Enciclopedia"
El pensamiento político ilustrado encuentra su fuente de inspiración ya en el s. XVII en la obra del pensador británico John Locke, considerado uno de los padres del empirismo y del liberalismo moderno al ser el primero, junto al también británico Hobbes, en defender ideas como la teoría del “contrato social” (la sociedad pacta voluntariamente con los gobernantes el sistema político bajo el cual quiere vivir) y la separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial separados e independientes para evitar abusos de poder). También habla de la función de los gobiernos, cuya finalidad principal debe ser la de garantizar la felicidad, la seguridad personal y la propiedad privada de las personas, así como que esos gobiernos nunca deben estar por encima de los derechos naturales (vida, propiedad, felicidad,…), puesto que si ello ocurre es lícito que los súbditos se rebelen.


En la difusión de las ideas ilustradas fue fundamental la aparición de la Enciclopedia (1751-80), magna obra compuesta finalmente por 28 volúmenes (más seis suplementarios) con la que sus editores, Diderot y D’Alembert, pretendían recoger todo el saber y los conocimientos adquiridos por el hombre a lo largo de los siglos así como los principios generales de todas las artes y las ciencias existentes. Además, se criticaba a la sociedad y a las instituciones de la época, y difundía una nueva ideología para que las generaciones futuras fueran más felices. Los principales ilustrados de la época (Voltaire, Rousseau, Turgot,…) colaborarían en su realización.


A partir de la publicación del primer tomo de la Enciclopedia la actividad de los filósofos ilustrados se hizo incesante. De entre ellos destacan por su importancia tres:

  • Montesquieu: de familia noble, era un gran admirador del parlamentarismo británico, sistema que quería generalizar en el resto de países siempre teniendo en cuenta las particularidades de los mismos. Su principal aportación fue el desarrollo y establecimiento definitivo de la teoría de la separación de poderes (ejecutivo en manos del rey; legislativo en manos del Parlamento; judicial independiente). Por el contrario, no era partidario de la igualdad social, típico de su origen nobiliario. Su principal obra fue “El Espíritu de las Leyes” (1748).


    Portada de "El contrato social"
    • Voltaire: su obra se caracteriza por su profundo anticlericalismo y su crítica al fanatismo, la intolerancia y la superstición religiosa, sobre todo del catolicismo. Aparte, se muestra muy crítico con las instituciones de su época y con los abusos del absolutismo. A pesar de ello, tampoco estaba de acuerdo con la igualdad social.


      • Rousseau: su importancia radica en el desarrollo de la teoría del contrato social, que siempre debe actuar en beneficio del pueblo, exponiendo las bases del futuro régimen democrático: igualdad de derechos para todos, poder y leyes emanadas directamente del pueblo. Su principal obra es “El Contrato Social” (1762).

      Pensamiento económico ilustrado
      Va a suponer la crítica contra el modelo económico vigente, el Mercantilismo, que va a ser sustituido progresivamente por dos nuevos modelos económicos que se sucederán a partir de mediados del s. XVIII.


      El primero de ellos es la Fisiocracia, también conocido como “liberalismo agrario”, modelo de escasa duración cuyo máximo teórico fue el francés Quesnay. El fisiocratismo parte de la base de que la riqueza de las naciones se encuentra en la agricultura, en la producción de la tierra, no en la posesión de metales preciosos. Así, el principal grupo social es el de los propietarios de la tierra y los cultivadores, mientras que el resto (industriales, comerciantes) son personas “estériles” pues no producen verdadera riqueza. Defienden la no intervención, en lo posible, del Estado en economía, por lo cual se les considera como antecesores del liberalismo económico.

      Esquema de la teoría fisiocrática

      El francés Turgot, discípulo de Quesnay, será el iniciador del liberalismo económico en Francia, defendiendo la libertad del individuo frente a los Estados a la hora de producir y comerciar (laisser faire, laisser passer, le monde va de lui même).


      Sin embargo, los verdaderos “padres” del liberalismo económico fueron una serie de pensadores británicos que van a apoyar al máximo la libre actividad económica de los individuos frente al papel controlador del Estado, la libre competencia y el libre funcionamiento de la economía a través de las leyes de mercado (oferta/demanda). Destacan cuatro autores:

      • Adam Smith: verdadero creador del liberalismo económico. Para él, el trabajo es la fuente principal de riqueza de una nación. Dio su teoría sobre el valor de las cosas (el valor de las mercancías depende de la cantidad de trabajo necesario para producirlas). El Estado no debe intervenir en la economía.

        • Thomas Malthus: pesimista, en su teoría cree que la población crece de forma geométrica y los alimentos sólo de forma aritmética, lo que cual llevará en el futuro a la escasez (es un antinatalista convencido). Será contrario a la beneficencia pública (hará crecer en demasía al pueblo, acelerando el camino hacia la pobreza).

            • David Ricardo: da también su teoría sobre el valor de las cosas (el valor de las mercancías depende de su coste de producción, no de la cantidad de trabajo necesario para producirlas).

              • John Stuart Mill: para él el Estado no debe intervenir en el mercado, pero sí en ciertos aspectos como la educación o la regulación laboral, para evitar posibles crisis en el sistema.





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